Hay pocos lugares mejores para que aparezca un fenómeno atmósférico que en las inmediaciones de una instalación de alta tecnología lleva de científicos con cámaras locos por captar cualquier anomalía en el cielo. La foto sobre estas líneas es buena prueba de ello. Muestra lo que se conoce como hadas rojas.
Las hadas rojas o espectros rojos (Red Sprites en inglés) enormes globos de un vibrante color rojo-anaranjado que pueden llegar a medir hasta 50 kilómetros de longitud. Bajo ellos, se extienden filamentos rojos y azulados que alcanzan hasta 30 kilómetros de altura. Casi parecen gigantescas medusas flotando perezosamente sobre nuestra atmósfera.
Por desgracia, este espectáculo de la naturaleza es tan breve como un rayo e igual de difícil de captar. El hecho de que normalmente ocurran en las capas altas de la mesosfera, a alturas de entre 50 y 90 kilómetros contribuye a convertirlos en uno de los fenómenos atmosféricos más difíciles de captar. La primera foto de un espectro rojo data de 1989. La primera foto en color no se logró obtener hasta 1994. Hasta esa fecha los relatos de luces rojas en el cielo eran tomados como puras leyendas o cuentos de marineros y pilotos con una copa de más.
En este caso la foto se ha tomado desde el Observatorio de la Silla que el ESO tiene en el Desierto de Atacama, en Chile. Las hadas rojas parecen estar inmediatamente sobre las montañas, pero es una ilusión óptica producto de la perspectiva desde la que se ha tomado la foto y lo lejano del fenómeno en el horizonte. La limpieza del aire en esa región de Chile ha permitido tomar la imagen. Desde otro lugar sencillamente no hubiera sido posible porque las propias partículas de la atmósfera la hubieran ocultado a tan larga distancia.
La página del Observatorio Europeo del Sur explica que las hadas rojas son un tipo muy raro de descarga eléctrica que se produce a gran altura debido al plasma ionizado generado por una tormenta. El color rojo de este tipo de descargas se debe a que la electricidad en el aire excita el nitrógeno molecular, cuya sobrecarga produce luz en el espectro de los 650-680nm y los 750-780nm. El halo verde que ilumina el cielo se debe a que, durante el día, el sol extrae los electrones de las moléculas de nitrógeno y oxígeno del aire. Durante la noche, esos electrones se recombinan generando un fantasmal brillo verdoso en el aire.