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Dos integrantes del grupo especializado contra los 'vuelcos' de la Policía Nacional se preparan para una intervención. / nacho garcía / agm
Un balazo en un gemelo y muy pocas ganas de colaborar. Ese es el panorama con el que tropezaron los policías el pasado octubre al abrirse paso entre los limoneros de una finca de la pedanía murciana de San Ginés siguiendo la pista de una llamada por un violento robo. Las bolsas de marihuana que el propietario de la casa ocultaba en una de las habitaciones y los detalles de su relato no dejaron mucho espacio a la duda. Los ladrones tenían claro el botín que buscaban y este, presumiblemente, era de un llamativo color verde. Los investigadores no tardaron en darse cuenta de que se encontraban ante el enésimo 'vuelco', una modalidad delictiva -consistente en el robo de droga entre organizaciones- que ha ido ganando peso en la Región y que, en los últimos años, deja a sus espaldas un largo reguero de sangre y venganza.
«Nuestra principal traba es la escasa colaboración que encontramos en víctimas y testigos. En estos casos nadie se quiere involucrar», explica el inspector que se ha colocado al frente del nuevo grupo 'antivuelcos' creado por la Policía Nacional en Murcia y que prefiere no identificarse por motivos de seguridad. Este cuerpo optó el pasado marzo por plantarle cara a este tipo de delincuencia con la creación de una unidad especializada, centrada específicamente en la persecución de este tipo de golpes y en la que, a día de hoy, trabajan siete agentes. «Es un tema que en los últimos años iba 'in crescendo'», reconoce el inspector jefe Jorge Pérez, responsable de la unidad contra la droga y el crimen organizado (Udyco).
Las investigaciones por estos 'zarpazos' entre bandas, que suelen acarrear posteriores ajustes de cuentas y que se encuentran incluso detrás de algunos truculentos crímenes, eran asumidas hasta la fecha, dentro de la Policía Nacional, por el grupo de Atracos y Homicidios. Ante el volumen de trabajo que esta modalidad estaba generando, se optó por crear un grupo centrado en este tipo de robos -aunque también indaga tráfico ilícito de coches y localización de fugitivos-.
En los dos últimos años, estima el jefe de la Udyco, la Policía Nacional ha buceado en cerca de una veintena de 'vuelcos', concluyendo algunas de estas pesquisas con sonadas detenciones. A este grupo le corresponden principalmente los casos que se producen en el área de Murcia, Molina de Segura y Alcantarilla, por lo que a estas investigaciones se suman las que se manejan desde las comisarías locales del resto de la Región. A día de hoy, los agentes que conforman este nuevo equipo se afanan en llegar al fondo de cuatro 'vuelcos' y de otros tantos ajustes de cuentas derivados de estos violentos asaltos entre organizaciones.
Este fenómeno, incide el jefe del grupo, actúa, no obstante, como una especie de iceberg y la delincuencia que acaba saliendo a flote supone tan solo una pequeña parte de una batalla entre bandas de narcos que raramente sale a la luz. «Normalmente nos llegan las denuncias cuando hay una lesión importante con armas de fuego o cuando hay una llamada de algún testigo que ha escuchado un disparo», relata este especialista, que hasta ahora desempeñaba su labor en el grupo de Estupefacientes. «Hay muchísima falta de colaboración».
Ninguna víctima, por la cuenta que le trae, está interesada en denunciar que le han quitado un alijo de droga así que esta delincuencia nace abocada a permanecer invisible. El responsable de la Udyco explica que durante 2021 pasaron por manos de la Policía una docena de 'vuelcos' en esta zona y que los agentes tuvieron sospechas de que se habrían producido otros ocho. Con estos datos en la mano está convencido de que la tasa de delitos que no llegan a investigarse es bastante alta y estima que, aproximadamente, la mitad de estos golpes entre bandas nunca alcanzan a ver la luz.
La excepción se produce en aquellos casos en los que un imprevisto o su elevada violencia hace saltar por los aires ese pacto de silencio. Fue el caso del recibimiento a plomazos que encontró un marroquí en 2010 en una finca de la diputación cartagenera de La Aljorra; la muerte a tiros de un pequeño camello, 'El Perete', en la pedanía muleña de Yéchar, en la madrugada del 15 de abril de 2019; el tiroteo en la localidad alicantina de Monforte del Cid que se cobró tres heridos de bala entre el grupo de magrebíes, asentados en Murcia, que trataba de arrebatarle un alijo de drogas a un peligroso clan familiar; el asesinato de una joven lorquina en Torrevieja mientras discutía con uno de sus hombres el reparto del botín obtenido en uno de estos golpes; el disparo a media altura, durante un frustrado 'vuelco' en Mula, que dejó a un nigeriano gravemente herido; los cruces de balas con los que se saldaron las irrupciones de bandas en fincas rurales de la diputación cartagenera de La Palma, Cehegín, Alguazas, la pedanía murciana de Sangonera la Seca, Cieza... en las que se cultivaba presuntamente la planta del cáñamo.
Los 'vuelcos' que las bandas perpetran han repuntado en los últimos años al albor del llamativo incremento que también se ha producido en el cultivo de marihuana. De un tiempo a esta parte, las reglas de juego han cambiado. La entrada en este mundillo de organizaciones criminales de mayor envergadura, de alcance internacional, que producen marihuana de forma casi industrial, ha descalabrado el 'negocio verde', que ya se mueve a otras escalas. El jefe de la brigada de Policía Judicial de la Policía Nacional, el comisario Eliseo Valcárcel, reconoció hace unas semanas, durante la presentación de una importante operación, que el negocio de la marihuana está experimentando un «enorme auge» en la Comunidad. El incremento de la producción, tanto en Marruecos como en España, ha llevado, explicó, «a que se duplique y, en ocasiones incluso, se triplique la oferta de estas sustancias».
Con el negocio de la 'maría' a pleno rendimiento, la posibilidad de hacerse con un cargamento de cannabis sin gastarse un euro es una idea muy golosa que lleva a muchas organizaciones a dar el salto a los 'vuelcos'. La mayoría de las bandas que se aventuran en este tipo de delincuencia tienen ya sus propias plantaciones de marihuana y buscan, de esta manera, obtener más material a coste cero. Tras los robos aparecen viejos conocidos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado con un largo historial delictivo. «Es muy raro que empiecen ya a este nivel», remarca el jefe de la Udyco. «Normalmente comienzan haciendo de conductores, ejerciendo labores de vigilancia... y van dando pasos».
Muchas organizaciones seleccionan con mimo el momento en el que dar el palo a sus rivales y optan por perpetrar el robo cuando la marihuana se encuentra en la 'guardería' -ya recogida y dispuesta para el secado-. Otras se han decantado, en ocasiones, por pillar desprevenidos a sus contrincantes y apropiarse de las matas de cannabis cuando éstas estaban todavía en pleno crecimiento. «En una transacción de droga, aunque hemos tenido algún caso, es más complicado que se produzcan estos robos porque se arriesgan a que el otro vaya armado», explica el inspector que dirige el grupo especializado. «Ellos saben que en esos casos se arriesgan mucho más».
Para aminorar el innegable riesgo que entraña entrar a arrebatarle un alijo a unos traficantes dispuestos a defenderse a fuego, las bandas emplean en ocasiones una curiosa estrategia: hacerse pasar por policías. En los últimos años los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad ya han destapado varios casos de bandas que se hacían con falsos chalecos reflectantes -de los que usan los policías o guardias civiles-, placas o luminosos para engañar a sus rivales en estos golpes. «Dan por hecho que si los otros escuchan 'policía', el enfrentamiento no va a ser tan difícil», razona el inspector jefe Pérez.
Los 'vuelcos' se suelen caracterizar por el uso de armas de fuego y por su elevada ferocidad. «Saben que si no lo hacen con violencia no van a conseguir quitarles la droga», argumentan los especialistas. Con esa premisa como mantra, las organizaciones perpetran sus golpes sin mirar atrás dejando a su paso un sinfín de violentos ataques que, en muchas ocasiones, encuentran respuesta, meses después, con ajustes de cuentas. «Se genera una delincuencia alrededor de estos casos», explica el responsable de la Udyco, que se muestra convencido de que la nueva unidad -que ya lleva cuatro meses de andadura- logrará aminorar las cifras de esta delincuencia, tan oculta como violenta.
Restos de sangre tras un 'vuelco'. / lv
Un reguero de sangre y venganza
Un tiroteo en La Aljorra: Tres heridos, uno de ellos muy grave, es el saldo que dejó tras de sí un tiroteo en una finca de la diputación cartagenera de La Aljorra en el verano de 2010. Como trasfondo, un problema con la droga, que los agentes encontraron por todas partes.
Asalto a un cultivo en Mula: Una organización dedicada a cometer 'vuelcos' fue desmantelada por la Guardia Civil tras su presunta implicación en el asalto a un invernadero de marihuana en Mula. La banda, al parecer, disparó al vigilante de la plantación, hiriéndole en una pierna. Hubo tres detenidos.
Entre los más buscados: Un golpe permitió descabezar, a finales de 2018, una organización, asentada en Alguazas, que se había especializado en este tipo de golpes. Los miembros de la banda se hacían pasar por agentes de la Guardia Civil para perpetrar sus vuelcos. Dos de los supuestos integrantes de la red figuraban entre los delincuentes más buscados de la Región y tenían pendientes numerosas órdenes de ingreso en prisión.
Pesquisas del crimen de Yéchar. / v. v.
Golpe en Las Torres: Un acuerdo permitió escapar con penas mínimas a los seis acusados de un intento de 'vuelco de droga en un chalé de Las Torres de Cotillas en el verano de 2018. Todos ellos fueron condenados a un máximo de tres años y dos meses de cárcel. Entraron encapuchados a la vivienda utilizando sierras y patas de cabra. Un joven que custodiaba una plantación de marihuana fue víctima de una brutal paliza.
Una peligrosa banda: Un 'vuelco' de droga que salió mal -hasta el extremo de que tres de los asaltantes resultaron heridos de bala- permitió a la Guardia Civil echar el lazo a la peligrosa banda que se relaciona con el asesinato de un pequeño camello -El Perete- de la pedanía muleña de Yéchar. El crimen se produjo en su vivienda en presencia de su mujer y de sus hijos.
Crimen en Torrevieja: La discusión iniciada por el reparto del botín de uno de estos 'vuelcos' parece encontrarse detrás del asesinato de una joven lorquina en Torrevieja a finales de 2020.
Presumiendo en redes sociales: En el verano de 2019 se desmanteló en la Región una violenta banda que asaltaba a otros narcos para quitarles los alijos. El líder de la organización presumía de dinero y coches de lujo en las redes sociales.
Un disparo en una pierna: Una de las últimas investigaciones desarrolladas por la Policía Nacional arrojó luz sobre el 'vuelco' que se perpetró en una vivienda de la pedanía murciana de San Ginés en octubre de 2021. Hasta cinco personas están siendo investigadas por este asalto, en el que el propietario de la vivienda resultó herido por un disparo en una pierna.
Uno de los heridos que dejó tras de sí un tiroteo en La Aljorra en 2010. / j. m. rodríguez / agm
María Isabel Neira, delegada en la Región de la Fiscalía Especial Antidroga, explica que el fenómeno de los 'vuelcos' lleva ya tiempo golpeando, pero subraya que, en los últimos años, han aparecido organizaciones en la Región específicamente dedicadas a este tipo de delincuencia invisible. «Vemos desde las formas más burdas a las más sofisticadas, pero siempre son actuaciones organizadas».
Neira subraya que la creación del nuevo grupo dentro de la Policía Nacional concretamente centrado en los 'vuelcos' «es la respuesta a una realidad policial». En este sentido, hace hincapié en que este tipo de delincuencia ha aumentado al albor del notable incremento en el tráfico de cannabis. «La marihuana ya lleva cuatro años siendo un problema en la Región y sigue en aumento».
La fiscal añade que, tras sufrir un 'vuelco', las organizaciones buscan la droga sustraída. «Encontrar el hachís es más fácil porque lleva sello», anota. Neira incide en que las grandes organizaciones también despliegan esfuerzos para encontrar al responsable del robo. «Las grandes bandas siempre buscan al que lo ha hecho y, si lo encuentran, el final es bastante oscuro».